Mujer pasión y miedo
Poemas del Guión
1) Poema de Jesús María Serrano
POEMA AL CUADRO “MUJER EN LA BAÑERA”
De espaldas y de pie se arreglaba el cabello
metida en la bañera y la luz la sitiaba
como tornasolándose y el artista la pinta
ebrio y emocionado
porque añora su cuerpo como en un espejismo
que rara vez se cumple.
Procedía del Atlántico o quizás de la Atlántida
puede que una odalisca
o una humilde mujer que a veces se arrodilla
varias veces al día y habla consigo misma.
De espaldas y de pie desnuda frente al cielo
su pelo arrebatado
sus imponentes muslos
son sólidas columnas que unen dos continentes.
Y el baño se convierte
por pequeño que sea
en el mejor teatro donde suena afinada
Zherezade en la radio.
Yo le miro sus manos y adivino su cara
perdida entre los vahos
mezclada con la brisa del Luxus que la mira
pero es que los espejos
siempre dicen mentiras.
2) Poema de Josefa Parra
Extrañas formas
Extrañas formas tiene el amor.
Las galas del deseo se nutren
de harapos de desdicha y de frío.
Por debajo del gozo respiran
los días del hastío futuro.
Toda humedad acaba en desierto,
todo cuerpo en ceniza -me dices
cuando aún aletea el placer
por mi piel como un tímido insecto.
Todo acaba -repites.
Te miro
como se mira a un dios cruel y exacto.
De repente me siento muy sola.
3) Poema de Isabel de Rueda
Tan simple, tan sencillo…
Yo quería
un secreto de estrella
un latido
un soplo de anémona en mi falda.
Yo quería
conquistar ese cielo,
enhebrar un cometa, disuadirlo
con mi único amor tentarlo,
como hembra primera.
Yo quería ese cielo,
sus blancos hombros como nieve,
y sus viriles muslos,
esa esfera de plata circundando.
Yo quería
ese anillo de cielo entre mis manos.
4) Poema de Sara Castelar Lorca
EL PULSO
Tengo sólo una edad para cubrirme
una edad sola
y un reguero de otoños urdiendo el amarillo.
Hay una soledad que gira
un anillo piadoso en la altitud del verbo
la carcasa infinita de la culpa
que ostenta la belleza,
su puntiagudo borde.
La locura es tan sólo un instante precioso
de una luz que es humana,
desesperadamente humana,
y contiene la forma del delito.
La estancia, el corazón, la calle
se vuelven un sonido de maletas
una ruta angulosa de voces y martillos
un clavel entre vísceras.
Oh, cuánto amo la bestia
y tengo hambre y martirio
y un deseo lascivo de mieles y de partos.
Acojo un corazón entre los puños
y sufro de escritura,
sufro del mismo mal
que padece el llamado por la bestia
el que es aniquilado con la garra del signo.
Es la hora del llanto
en la resurrección de la palabra,
lloro la exactitud
de la caricia en la frente del ciego
lloro la ilesa marca del zarpazo de un niño.
Es la hora del pulso;
camino por la hiedra salvajemente húmeda
y el mar ha degollado las olas en mi vientre.
Tan sólo sobrevive la razón
de lo que no pudiendo ser palabra
se suicida en mis labios.
Discurro en los renglones de algún dios asexuado
y llevo una mujer que me acompaña
5) Poema de Ana Patricia Santaella
Tiene la libertad
Tiene la libertad / un nombre quizás reseco,
una mención
en las almas que la anhelan,
un deletreo
fugaz en los esclavos.
Tiene el amor
un ansia irrevocable/ un calor
en las manos que se aguardan.
Tiene el futuro/ ambiguas madrugadas
o victorias de un ágil
despertar en el deseo.
Tiene la libertad / una sola llave
para una sola cerradura.
Y solo un segundo madrugador
para girarse
en los anchos destinos de las puertas.
6) Poema de Celia Aguilar de Rueda
¡Así es… ésa es mi vida..!
¡Así es… ésa es mi vida..!
me siento sumida en un dolor
un dolor más inquietante que la palidez que ofrece la muerte
con su voraz guadaña.
Mis ojos que irradiaron felicidad
ahora escupen preguntas insaciables
que me devoran
me queman.
Mi corazón es ahora
una rosa granate envuelta en sus propios espinos.
No me queda más
que el carmín perfilando mis labios
y una tarjeta de visita.
7) Poema de Edith Checa
Tras la fatalidad de tus ojos,
Tras la fatalidad de tus ojos,
que son de mármol blanco,
porque olvidan,
hay un liviano vahído de versos,
que mecen tus cabellos de ideas fragmentadas a golpes.
El silencio se bambolea entre los brazos
perdidos de la Venus que bañó su ilusión
en un mar que no era suyo.
Has caminado errante,
y tenías los ojos demasiado azules
de libertad,
y la boca jugosa, fruta entregada.
Es una forma ingenua de dejar que te atropellen el alma.
Se ha estremecido el aire oro
de una tarde que ya es piedra.
¿Quién quiere ver tu boca cosida por puños
que dicen amarte?
Hay un agua hirviente que pasa de vaso a vaso
hasta convertirse en sangre.
Es una consagración endemoniada
de la que sólo tú puedes huir.
Y los demás, giramos los ojos mirando eternidades
como si los obreros del alma se hubieran puesto en huelga.
8) Poema de Dolors Alberola
Ella
Ella, que era un mar abriendo sus costuras a la luna
y ella, que sólo era un puñado de arena en su silueta.
Ella, que el corazón lo servía en su carne como un pan
que se mastica y abre sus poros uno a uno.
Y ella, que pronunció su nombre para quedarse en él,
ahora es la cordillera que separa del llano
ese dolor de piedra que la erige,
ahora es el agua sola sin manantial ni lecho,
el color sólo a pétalos de una amapola amarga
y el grito silenciado de la noche.
Ella, que sólo quiso querer, sólo querer
como quieren los verbos, en paz, ser conjugados.
9) Poema de Edith Checa
Ya no te sueño,
tampoco me despierta la caricia
del recorrido líquido y lento
de la melancolía,
peregrina en mis mejillas.
He recobrado un tiempo
huérfano de mí y de mis poemas
durante el allanamiento de los relojes
de mi morada.
He recuperado la movilidad de mis dedos
para el arpa y los violines,
preludios de horizontes.
He hallado a la vuelta de la esquina del recuerdo
la música y las velas entre mis libros,
la esencia de violetas que pintaba mi casa
y los cuadernos de historias y leyendas.
He rescatado la luz de mis ventanales
abiertos a los paisajes del alma,
los arrumacos de la brisa
y mi sillón, donde viajé por selvas hasta las pirámides
que hablaban de tesoros escondidos bajo sicomoros.
He recopilado los recortes que hiciste
del manuscrito en el que escribía mi vida
y ya tengo reconstruida mi habitación propia.
10) Poema de Dolors Alberola
Obertura
todo rompe su faz y me libera.
Mis pechos son los pechos del amor,
la piel del beso, mi cintura
lago de sed apenas, mi palabra
verbo es que se extiende contra el aire
como una almena sobria, su piedra es consistente.
Desnuda de los otros y vestida,
vestida de mí misma y aun desnuda,
delirante y vital, mortal al cieno,
reverbero y refuljo como una joya enhiesta.
Aquí estoy, miradme con la luna en la mano,
con los ríos naciendo en mis mejillas,
con enormes cascadas de adjetivos
dirigidos a mí. Miradme con la fuerza
de una vocal sonora en algún canto.
Miradme con los ojos que no me vieron antes.
todo rompe su sello y no señala,
mis manos son las manos de la dicha,
la fuerza de saberme y de tenerme,
la libertad del nombre que pronuncia
mi esencia abiertamente,
como una ciudad sin muralla y sin guerra.
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